miércoles, 20 de julio de 2011

PERDIDO EN TI_cap 4

capitulo O4: Inombrable?

Subió por las escaleras el equipaje de la castaña y llegó hasta la puerta de la habitación de su hermana. La abrió fuertemente y entró haciendo una mueca al ver lo que había en ella. Olía a un perfume floral que inundaba todo el cuarto. Todo estaba cubierto de rosa. Por donde vieras el color rosado reinaba en esa habitación. Y en las paredes, fotografías de magos famosos y guapos, jugadores de quidditch se posaban en ellas. Ellos saludaban, sonreían o guiñaban uno de sus ojos coquetamente.
Ron tenía ganas inevitables de vomitar.
- ¡Ron, Fred, George!
El pelirrojo rodó los ojos y salió al pasillo, donde la puerta de la habitación de los gemelos se abrió de par en par y ellos salieron juntos con Harry, que ya se encontraba allí. Su padre los llamaba desde abajo y supuso que no se trataría de nada bueno.
- ¿Y ahora que hicimos? – Preguntó Fred.
- ¡Te dije que no pusiéramos esos dulces en los de papá! – Se preocupó George.
- ¿Me dijiste? ¡Tú los pusiste! – Fred apuntó a su hermano gemelo con el dedo índice en el pecho.
- ¡Está bien! – Habló George quitando el dedo de Fred a un lado - Pero cuando lo probamos sólo hacía desaparecer la nariz ¿verdad? – Preguntó preocupado.
- Creo que si – Respondió Fred inseguro.
- Que hicieron… ¿Qué? – Preguntaron confundidos Harry y Ron, pero el señor Weasley, que acababa de llegar del ministerio, los llamaba desde el primer piso de la madriguera.
- ¡Chicos, por favor bajen ya!
Juntos bajaron extrañados a la cocina, donde el señor Weasley se encontraba tomando desayuno. Ahí también estaba Ginny, Hermione y Bill.
- Quiero que le saquen todos los gnomos del jardín a mamá antes de irnos – Les pidió el señor Weasley a sus hijos.
- ¿Qué? – Preguntó Ron - ¡Hace mucho que no hacemos eso! Lo hacíamos en los veranos cuando íbamos a Hogwarts…
- Por lo mismo, Ron – dijo la señora Weasley – No quiero que me dejen con todos esos gnomos merodeando a las gallinas.
- Bueno, es cierto – Corroboró George – Ayer tropecé por culpa de uno de ellos y maté a una gallina.
Todos quedaron mirándolo como si estuviera loco y desquiciado.
- Con razón faltaba una ayer… - Dijo la señora Weasley con el ceño ligeramente fruncido – Pero bueno, quiero que lo hagan…
- ¡Mamá..! – comenzaron los gemelos y Ron, pero su madre los hizo callar al levantar una mano.
- Nada de reclamos. Lo hacen ahora… - Y les lanzó una mirada severa.
- Si. Bill, su madre y yo iremos al callejón Diagon. Espero que hagan su trabajo, ya no son unos niños pequeños – les advirtió el señor Weasley mirándolos con el ceño fruncido. – Por cierto… ¿Alguien sabe porqué el otro día mi nariz desapareció? Tuve que darme una vuelta por San Mungo.
La señora Weasley supuso quienes habrían hecho eso, después de todo había vivido con ellos desde siempre y los conocía demasiado para hacerse la tonta.
- ¡Fred, George! – Gritó Molly furiosa de que sus hijos no maduraran lo suficiente teniendo mayoría de edad - ¿Fred, George? – Preguntó.
Los gemelos ya no se encontraban en ese momento. Ya habían desaparecido misteriosamente, como siempre lo hacían cuando sus bromas provocaban problemas.
- Valla verano… - Se quejó Ron, mientras mareaba a un gnomo que le decía groserías.
Ya estaban cumpliendo con su deber en el jardín y algunas veces competían por quién lanzaba a un gnomo más lejos.
- Si. Estos malditos no paran de hablar cuando uno los saca de sus asquerosos agujeros – Dijo George algo molesto por haber sacado un gnomo muy gordo que, como dijo, no dejaba de hablar.
- Pero bueno… ¿Hacemos otra competencia? Yo ya quiero lanzar a este – Dijo Harry con otro en sus manos. Lo tenía de cabeza ya que había resultado muy agresivo.
El pelirrojo iba a contestar un "si" igual que los demás pero no pudo, ya que todo se complicó cuando de los agujeros comenzaron a salir, aparte de esos horribles gnomos, arañas muy grandes y peludas. Él se excusó diciendo que debía ir al baño y no volvió más al jardín.
Se encaminó dentro de la casa sintiendo el calor que había en ella recorrer rápidamente su cuerpo. De pronto algo le produjo curiosidad ¿Qué estarían haciendo las chicas en ese momento? se dirigió a la cocina para ver que hacían su hermana y, por su puesto, Hermione. Sorprendentemente hablaban como si no estuvieran haciendo nada útil. Como si estuvieran sentadas en un sillón frente a una chimenea, como la sala común de Gryffindor.
- Dime, Hermione. ¿Sigues comunicándote con Viktor Krum? – Escuchó decir a su hermana. Ron tragó con dificultad, tratando de no perder el control al oír ese nombre, ya que cada vez que lo hacía perdía todo su genio y comenzaba a gritarle a quien sea.
Hermione rió, pero no contestó al instante. Probablemente estaban lavando los platos, ya que se sentía la loza y el agua corriendo, pero claramente, con magia.
- ¡Cuéntame, Hermione, estamos solas! – Insistió Ginny con la voz ansiosa – Además, no tienes porque guardármelo o mentirme… no tiene nada de malo.
Ron estaba bastante interesado en saber cual sería la respuesta de Hermione, para irse a otro lugar, así que se quedó ahí escondido, rogando para escuchar la respuesta de la castaña y nadie lo descubriera.
- Bueno… - dudó Hermione.
El pelirrojo se asomó un poco más a la puerta y vio que la castaña sonreía y sus mejillas estaban encendidas.
– Si – Respondió al fin, haciendo que Ginny riera algo emocionada por la respuesta de la castaña – Es que Viktor es muy tierno. Nos comunicamos siempre, a pesar de que estemos muy lejos, ya sabes. Ha decir verdad siempre me escribe y no se le olvida mandarme detalles – Suspiró - Aunque eso no es lo que más me gusta de él, claro.
Ron, fuera de la cocina, ya estaba destrozado. Pero agudizó más el oído para saber más.
- Y dime… ¿Te gusta? – Le preguntó la pelirroja a Hermione.
- ¿Qué? – Preguntó Hermione algo cohibida y sorprendida por el interrogatorio de Ginny – Wow, Ginny, ¿qué es todo esto?
- ¡Hay, Hermione! No te hagas. ¿Por qué siempre tienes que evadir las cosas? . Sabes muy bien de lo que estoy hablando... ¿Te gusta, si o no? – Volvió a preguntar la pelirroja, siendo muy insistente.
- Que curiosa eres, Ginny – Dijo la castaña moviendo la cabeza de un lado a otro y riendo silenciosamente - Aunque... –Comenzó a decir la chica, pero Ron no podía escuchar más, se rindió.
Salió de ahí lo más rápido y sigiloso que pudo, aunque sigiloso no tanto, ya que al desesperarse por salir no se dio cuenta de que una de las ventanas de la casa estaba abierta hacia adentro e inesperadamente chocó, y no pudo evitar gemir por el dolor que sentía en la frente. Se encaminó rápido, con la mano en la cabeza, que sentía que se le partiría en dos y se fue nuevamente al jardín, llevando consigo un malestar en el pecho. Creía que una rabia surgía en su interior. Aunque era mucho mejor estar en medio de arañas asquerosas y peludas y esos tontos gnomos, hasta golpearse en la cabeza con una ventana, que estar escuchando a Hermione en la cocina tan emocionada confesarle a su hermana que aún estaba enamorada de Viktor Krum, y eso ya era decir demasiado. Además ya creía saber la respuesta de la castaña.

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